jueves, 9 de diciembre de 2010

FELIX

Hará más o menos veinte años que me faltas. No veo ni tus manos, ni tu mirada, no veo ese vasito de tinto siempre a medio llenar, ni tus crucigramas cuando el Betis juega. No veo tu batín medio abierto sobre los hombros que ahora son míos.

Entiendo cuando me enseñaste, siendo muy pequeño que no hubo ni rojos ni fascistas en la guerra sino desgracia de hermanos matándose entre sí, y veo esa misma desgracia cada vez que enciendo la televisión y escucho a los miserables políticos enfrentando a sus descendientes por poder y dinero.

Siento tu risa cuando me hacen cosquillas, siento tus ganas de picar al que está más cerca, siento tu guasa y tus malas reacciones en mis carnes y en los de mi alrededor.

Sí que veo tus pecas en el espejo, y tus golpes en la puerta al llamar, tu genio (según dicen) tu respeto a la opinión contraria, tus brazos cada vez que nado y tu pecho cuando me descamiso. Siento tu mano cogiéndome del cuello cada vez que pedaleo y tus consejos sobre lo delicada que es una mujer.

Veo tu carácter cuando miro a mi espalda y estoy solo, también veo tus despertadores sonando en mi pecho y veo tus medallas desgarrándome mi jersey como lo hacen las lágrimas cada 10 de Diciembre desde hace un porrón de años.

Y no dejaré de derramarlas porque así estoy contigo, no te puedes imaginar cómo te añoro abuelo.